martes, 23 de junio de 2009

Bienvenidxs (sobre el funcionamiento del blog)

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miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Reiventando la lectur@? Promesas y expectativas del e-book

Divulgación OCS (Observatorio de la CiberSociedad)

¿Reiventando la lectur@? Promesas y expectativas del e-book

Autor/-a: Toni Cambra González

1. Introducción: ¿qué es el Kindle?

El Amazon Kindle es un e-book o dispositivo portátil destinado al almacenamiento y lectura de libros en soporte digital. La historia de la lectura en formato electrónico o digital no comienza en cualquier caso con el Kindle, y se pueden rastrear antecedentes si uno se remonta incluso hasta 1971 con la creación del “Proyecto Gutenberg” a cargo de Michael Hart, en el cual se reservaba a los ordenadores el peculiar cometido de servir de repositorio para toda la producción cultural impresa existente en condiciones de acceso público. Desde entonces, se han sucedido múltiplas tentativas en la forma de formatos y tecnología capaces de acomodar la experiencia lectora a nuevos soportes, entre los que Internet y la Web han ocupado en lugar preponderante, al tiempo que se ha desarrollado una incesante actividad de mercados "subterráneos" para la difusión del e-book, en unos casos siendo éstos libros de dominio público o difíciles de encontrar, y en otros, bajo catálogos de libros no oficiales no autorizados sólo disponibles a través de la web.

Junto a la evolución de estos mercados, grandes editoriales y empresas tecnológicas han venido mostrando interés por este concepto, de manera que de un tiempo a esta parte se perciben intentos de homogeneización de formatos y diseño de modelos y software para el consumo masivo, unas veces a través de dispositivos en los que la posibilidad de lectura se ofrece como una prestación más (como en el caso de las PDA, los móviles o consolas de videojuegos), y en fechas más recientes, en la forma de dispositivos diseñados ad-hoc, como el "Sony Reader" o el caso que nos ocupa, el “Amazon Kindle”.

El Kindle, creado por el gigante de la distribución virtual “Amazon.com”, se puso en venta en Estados Unidos al precio de 399 dólares en Noviembre de 2007, agotando su primera oferta de ejemplares en el plazo de cinco horas y media, la cual no se ha visto ampliado hasta hace pocas semanas.Resumamos en unas cuantas líneas las que serían las principales características técnicas que presenta este modelo:

· cuenta con una pantalla electrónica de alta definición de 600x800 píxels.
· la impresión en pantalla utiliza la llamada E-Ink o "tinta electrónica".
· los documentos son almacenados en un formato propiedad de Amazon llamado AZW.
· tiene acceso a Internet de manera gratuita a través del sistema de conexión denominado "Whispernet", que se apoya en su funcionamiento en el estándard de telecomunicaciones para la transmisión inalámbrico de datos a través de señales radio EVDO (Evolution-Data Optimized), usado actualmente para el acceso de banda ancha a Internet por parte de dispositivos móviles.
· su peso es de sólo 300 gramos y su batería tiene una autonomía de hasta 30 horas.
· posee una memoria interna de 256MB, 64MB de memoria RAM, y alberga un slot de expansión para tarjetas de hasta 4GB.

De tales características puede inferirse parte de la funcionalidad que provee: Kindle está concebido como un dispositivo de lectura, cuyas obras son adquiridas por medio de su descarga electrónica desde la web de Amazon, aprovechando su conectividad a la red desde cualquier lugar en que haya servicios de teléfonos celulares de la compañía Sprint, razón por la cual, en este momento, este producto no puede funcionar en países fuera de Estados Unidos.

Dada su capacidad de memoria, posibilita el almacenamiento de hasta 200 libros, pese a que la compañía asegura que sus usuarios tendrán posibilidad de descargarse, por ahora, 90.000 títulos, además de acceso a periódicos de todo el mundo y blogs para todos los gustos. Kindle se quiere como una mejora de la experiencia lectora: más allá del texto, el usuario dispondrá en su interfaz de diccionarios incorporados, mapas y callejeros que puedan serle útiles, además del control de aspectos físicos y sensoriales del mismo, regulando por ejemplo la iluminación variable de la pantalla y la posibilidad de adaptar los cuerpos de letra al gusto y la vista de cada cual. De acuerdo a las expectativas depositadas en su diseño, Kindle debe tanto preservar las sensaciones propias de la experiencia de lectura tradicional como aportarle ingredientes novedosos que lo hagan diferente.

2. Efectos e implicaciones en el comportamiento social
La irrupción de un artefacto como el Kindle introducen una serie de innovaciones que persiguen afectar a la experiencia de la lectura. Se trataría no sólo de replantear la actividad privada de un sujeto enfrentado a ciertos contenidos simbólicos fijados en un soporte textual (el libro) tal y como venimos entendiéndola, sino de redefinir el conjunto de prácticas sociales que caracterizan la relación del individuo con el mundo de la cultura impresa desde el momento preciso de la adquisición del libro en tanto que bien comercial.
En primer lugar, nos referiremos a los cambios que se operarían en la actividad de la lectura en si misma.
Si atendemos a las consideraciones Thompson (1998: 69-108), la irrupción de la imprenta es una de los factores que abren las puertas a la entrada en la modernidad, al posibilitar el inicio de la difusión estandarizado de formas simbólicas más allá de sus contextos de producción. El libro, como producto facturado industrialmente, se constituye así como el soporte que permite un acceso a todo tipo de conocimientos a través de una forma de experiencia, la lectura, que pese a no gozar de un alcance masivo en sus inicios, se va extendiendo paulatinamente más allá de su confinamiento a ciertos sectores de la población. La lectura se constituye como una experiencia solitaria, individual y subjetiva, al que ciertos autores han llegado a asociar con un tipo de pensamiento racional, lineal y predominantemente visual en lo sensorial, y que corre pareja, visto desde un punto de vista más general, a la orientación individualizadora en lo sociopolítico que encierra la deriva moderna (McLuhan, 1994).
En este sentido, sin dejar de poseer las atributos propios de la lectura tradicional, el Kindle parece alterar ésta en dos sentidos:
a) el "texto" desborda los límites simbólicos contenidos entre su primer y última página, para remitirse a la hipertextualidad propia del documento web que conocemos, al incorporar a la experiencia otras fuentes en principio externas al mismo. El acceso a diccionarios on-line, a los contenidos del Wikipedia, de ciertos blogs o a otras fuentes existentes en la web pueden extender la esfera de sentido en la que el texto se despliega, siendo la obra así, más abierta que nunca no sólo en lo formal, tal y como como lo querría Eco (1962), sino en términos interpretativos y de recepción.
b) si, como apuntábamos, la experiencia lectora se ha venido circunscribiendo mayormente al ámbito de lo individual y privado, con el Kindle ésta se busca que devenga compartida, ya que posibilita que los usuarios-lectores que mantienen una misma lectura (o diferentes) puedan mantener una interacción mediada. O dicho de otro modo, lo que aporta el libro electrónico como aspecto crucial es "conectividad", de manera que si leer tradicionalmente ha sido una actividad estrictamente privada (pese a que pudiera ser compartida en un segundo momento), ahora estaría a medio camino entre lo subjetivo y lo intersubjetivo. Al alterarse la naturaleza del proceso de lectura, ni el texto es ya inmanente (pues su contenido queda interpenetrado por el de otros textos), ni el lector ya autónomo (ya que tenderá a completar su experiencia con la de otros homólogos). Así, podemos atrevernos a concluir que la lectura deviene en cierto sentido una “actividad comunitaria”, en el que se acentúa el componente social y asociativo hasta entonces poco significativo. Como resultado, el proceso de búsqueda de sentido puede extenderse, más allá del tiempo de lectura de la obra y la consulta puntual de la valoración crítica especializada, a la interacción e intercambio con otros lectores y, porqué no, llegado el caso con el mismo autor.
Por otro lado, observamos que con el e-book la dimensión objetual del libro desparece literalmente, para pasar a virtualizarse, y con él, las prácticas comerciales implicadas en su obtención. El libro pierde su condición de fetiche y con él todo un ritual de compra asociado a la experiencia inmediata que pasaba por acudir a un punto de venta (una librería, un gran almacén, etc.), hojear un volumen entre otros tantos en las estanterías y finalmente comprarlo (ritual que tendría continuidad en lo doméstico, pues el libro, como bien sabemos, goza de una presencia física en nuestras estanterías o en las de lugares públicos como las bibliotecas, donde es almacenado y resulta accesible). Con el Kindle, al virtualizar todo este proceso, se opera un cambio en las condiciones ontológicas no sólo del concepto mismo de "libro" sino también de las propiedades espacio-temporales del "lugar" donde veníamos adquiriéndolo, y con ello nuestro comportamiento social y la experiencia global asociada a esta materia.
3. E-book y determinismo tecnológico
Lo que propone la línea abierta por un producto como el Kindle es, por tanto, una alteración tanto de la noción de "libro" como tal, como de la experiencia conjunta de la lectura y nuestro comportamiento asociado a la misma, que experimentaría un deslizamiento desde lo íntimo y individual hacia lo público y compartido, pero también, de manera crucial, en lo referente al conjunto de procesos de orden económico y comercial subyacentes a la misma. Análogamente a lo que viene aconteciendo en los dominios de la música y el desarrollo de software sin ir más lejos, observamos cómo la variación que induce una propuesta como la de Amazon en los procesos de creación, producción y distribución del libro perfila un escenario en el que la función de mediación ejercida por agentes tales como el editor o las entidades de gestión de derechos de autor implicará un reposicionamiento forzoso de los mismos, una reinvención como medida de ajuste a la nueva coyuntura, que puede tener en el peor de los casos la desaparición de estas figuras y en el mejor su conversión de acuerdo a la asunción de unos roles diferentes.
No obstante, cabría notar como toda proclamación de la defunción del libro como lo hemos conocido por efecto de la irrupción del e-book, encerraría cierto grado de determinismo tecnológico por el cual la aceptación social de este nuevo dispositivo resultaría aproblemática. Cierto es que, como Kerhove (2005) señala, se aprecia cierta tendencia en décadas recientes hacia lo que él denomina como "pantallalogía", término con el que viene a subrayar el lugar preferente que los dispositivos electrónicos (y aquí cita la “santísima trinidad” que, por orden de relevancia, la formaría el televisor, el ordenador y más recientemente el móvil) en el conjunto de nuestra actividad lectora diaria. En este sentido, el Kindle (y el e-book en tanto que categoría emergente) no haría sino redundar en este movimiento hacia la pantalla como interfaz omnipresente en detrimento aquí del libro como máximo (y visto así, obsoleto) exponente de la cultura impresa.
Es así como asumiendo de manera absoluta este hecho, estaríamos obviando las singularidades de este nuevo medio y dando por descontado la ausencia de toda resistencia o posible disconformidad en los procesos de recepción de un público unánime y uniforme en su deseo de cambiar inequívocamente sus dinámicas y prácticas de lectura. Estando el desarrollo tecnológico sujeto a una multiplicidad de factores de orden social que hacen imprevisible su deriva toda asunción de un posible "éxito" del e-book no queda actualmente en más que mera presunción. En este sentido, son varios los aspectos que podrían apuntarse para relativizar su “incondicional” acogida.
El Kindle, por un lado, al ser una tecnología propiedad de Amazon, subordina la capacidad de maniobra y operatividad del dispositivo a los designios de la compañía, tanto en lo referente a la oferta puesta a disposición del lector-consumidor (tal fidelidad comercial no suele existir indefectiblemente en nuestra prácticas de consumo tradicionales, quedando voluntariamente a discreción personal en base a la diversa oferta disponible), pasando por el uso de las obras adquiridas (las ejemplares "virtuales" no habilitarían prácticas de segunda venta o préstamo) hasta restricciones en términos de interoperabilidad tanto con otros formatos estándar (por ejemplo, el popular "pdf") como en términos de conectividad con otras tecnologías inalámbricas (como es el caso del Wifi). Todo ello hace del Kindle una tecnología condenada a una suerte de cierto "aislamiento", en un tiempo que la tendencia dominante apunta en sentido contrario. Por tanto, cabe notar como el conjunto de restricciones de diverso signo podrían lastrar a esta tecnología pueda quizá jugar en su contra a largo plazo o dejar paso a otras similares que superen estas limitaciones.
A lo anterior cabría añadir que el Kindle es un dispositivo que está permanentemente conectado y susceptible de estar recibiendo datos e información diversa constantemente, lo cual puede ser deseable, pero en ciertos casos un incómodo si consideramos que la experiencia de la lectura, para alcanzar la inmersión de conciencia que suscita, necesita de una concentración sostenida que quede a salvo de interrupciones o distracciones recurrentes.
Y más allá de todo lo anterior, nada sabemos a priori del futuro lector-usuario del e-book, de sus intereses como lector, de las condiciones espacio-temporales en que leería, de su posicionamiento social, etc. Esto puede llevarnos a pensar en un lector de este soporte, que sin ir más lejos, no fuera “el mismo” que el atraído por el soporte impreso tradicional.
No obstante, el Kindle pueden esgrimirse ciertos puntos que juegan a favor de esta propuesta. Por un lado, en la línea de lo ya apuntado, el Kindle, preservando los atributos básicos de la experiencia de la lectura tal y como la conocemos (la entrada subjetiva en un universo de sentido), introduce mejoras en la linea de hacer ésta más completa al poder ser completada y compartida con los otros.
En segundo lugar, en una época de creciente sensibilización medioambiental, y pese a reconocer que en cualquier caso el Kindle incurre en un cierto gasto energético, al paso del libro a una tecnología de este tipo acabaría con la dependencia de producción masiva de papel, insostenible a largo plazo (Levy, 2007).
En tercer lugar, el Kindle u otros futuros sucedáneos podrían tener un efecto positivo en términos de redistribución de las ganancias entre los actores del mundo de la cultura. Si el beneficio obtenido por cada venta se reparte, grosso modo, en una proporción de 30% para el librero, el distribuidor y el editor y 10% restante para el autor ... ¿qué pasará ahora? El autor, en ausencia de ciertos agentes presentes en la cadena de comercialización tradicional, podría llegar a tener mayor control sobre su obra y del beneficio derivado (Mantilla, 2007).
Por último, si la adquisición de una obra pasa de concebirse más que un proceso de transacción simple como una suscripción permanente a la misma, ésta podría estar sujeta a cambios constantes en el tiempo, desde la corrección de erratas, pasando por la adicción de capítulos o la reconfiguración formal plena, hasta posibilitar un "feedback" con el lector como parte integrante del proceso de creación, en la línea de “convergencia cultural” apuntada por Jenkins (2006).
4. Conclusiones
El Kindle representa una apuesta seria por una reinvención de la lectura como actividad a partir de una revisión del concepto mismo de “libro” como dispositivo o soporte en torno al cual ésta se constituye en tanto que conjunto de prácticas.
No obstante, el mismo término elegido para bautizar el producto por parte de Amazon – de origen inglés, “kindle” podría ser traducido como “prender” -, encierra cierta modestia e invita a una autocompresión del mismo no en tanto resultado final, sino más bien como una tecnología que no estaría aquí sino dando sus primeros pasos. Se nos parece sugerir, pues, que este modelo abre una horizonte cuya evolución y futuro todavía está por escribir.
Por el momento, quizá sea más prudente, desde una posición de cautela, augurar una prolongada coexistencia de ambos formatos, el "objeto-tradicional" y el "electrónico-virtual", ya que, como hemos sugerido, se inscriben y dotan de significado en un matriz de componentes sociales, prácticos y económicos que no son (ni tienen porqué llegar a ser) fácilmente intercambiables, y menos sustituibles.
Con todo, la naturaleza del e-book en su momento de desarrollo actual, necesita de una aproximación fenomenológica que indague en la experiencia particular y subjetiva del lector, que nos permita evaluar en suma en qué medida las expectativas que introduce operan un cambio sustancial en la experiencia lectora y sus prácticas individuales y sociales asociadas. ¿Seguiremos leyendo como lo hacíamos hasta ahora o realmente lo haremos de una nueva significativamente diferente tal y como el e-book nos lo sugiere?
5. Bibliografía

· Amazon Kindle. Wikipedia. [En línea: http://en.wikipedia.org/wiki/Amazon_Kindle]
· E-book. Wikipedia. [En línea: http://en.wikipedia.org/wiki/E-book]
· ECO, U. (1986 [1962]). “Obra abierta”. Barcelona: Ariel.
· KERKCHOVE, D. (2005). “Els biaixos de l’electricitat”. Lliçó inaugural del curs acadèmic 2005-2006de la UOC. Universitat Oberta de Catalunya
· JENKINS, H. (2006). “Convergence Culture: Where Old and New Media Collide. New York: New York University Press
· LEVY, S. (2007). “The Future of Reading”. Newsweek Magazine. [En línea: http://www.newsweek.com/id/70983/page/1]
· MANTILLA, J.R. (2007). “¿Estamos preparados para el Kindle?”. El País.com. [En línea: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Estamos/preparados/Kindle/elpepicul/20071231elpepicul_1/Tes ] · McLUHAN, M. (1994, [1967]). “Understanding the media”. Cambridge: MIT Press
· THOMPSON, J. (1998). “Los media y la modernidad”. Barcelona: Paidós.

Fuente: http://www.cibersociedad.net/recursos/art_div.php?id=276

miércoles, 28 de mayo de 2008

Bienvenidxs (sobre el funcionamiento del blog)

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viernes, 16 de mayo de 2008

Conduciendo a las fuentes conduces a la lectura

A veces ocurre que nos desgastamos explicando a las personas, repetidas veces, cosas que ya están explicadas en el material del que disponen, debieran disponer, o podrían disponer. Es decir, estas personas ya deberían conocer eso que les explicamos, pero como no es así entonces tenemos que decirlo todo. Estamos seguros que para los docentes es muy común observar que pierden bastante tiempo contestando las preguntas que ya están respondidas en los respectivos materiales. Es algo parecido a lo que ocurre cuando tienen que repetir las cosas ya dichas porque no se les presta atención cuando explican algo. Parte importante de tu tiempo es devorado por todas estas tentativas de superar las barreras comunicacionales - muy naturales - de las personas. Y es muy probable que si señalas la falta de atención o de contacto con los materiales te sientas un poco culpable, o al menos eso es lo que se esperaría si te tocara en suerte un grupo mayoritario de individuos afectados por algún síndrome de desatención o, como mínimo, por alguna de sus siglas. Debemos enviar a las personas a los materiales y a trabajar con ellos. Debemos conseguir que lean primero para preguntar después. Algo tan sencillo no podemos seguir considerándolo como un logro extraordinario. Si no logramos que trabajen con los materiales ocurre que las personas toman las respuestas que les brindamos, toman nuestra asimilación de la información. Piden más información; se la damos y la utilizan. Entonces dicen, "¡Qué buen docente!" pero eso no ayuda a que hagan algo sobre sí mismos ni por sí mismos. Si no trabajan con el material y sólo siguen preguntando entonces tenemos un problema nosotros. Si siempre estamos dispuestos a responder complicamos las cosas porque les damos información de segunda mano y somos complacientes con su indolencia. No hay nada malo en enviar a la gente a las fuentes: a los materiales y al trabajo con ellos. De esa manera, la persona participará, encarará los temas y se superará. ¿Pero qué es lo que está mal en estar siempre dispuestos a complacer? Si el conocimiento evolucionara únicamente por transmisión directa del que sabe al que no sabe tendríamos un fenómeno similar al "teléfono descompuesto", a gran escala. Los aprendices estarían esperando las clases, las clases se darían, y el conocimiento se iría asimilando sin demasiado énfasis en la exactitud ni en la corrección. Con el tiempo, el conocimiento original sería irreconocible y totalmente impracticable. Han habido experimentos que corroboran esta tesis. Por desagradable que suene, sería así. Para impedir esto decimos, "lee y trabaja con el material, pregúntame lo que no entiendas, coméntame las dificultades y los progresos, demuéstrame lo que entendiste." Aclarando esta finalidad, no pueden faltar medios. Las personas obviamente tienen diferentes niveles de conciencia y capacidades. Como capacitador tienes que recibirles en el nivel - sea cual sea - en el que las personas estén, y ellos deben trabajar a partir de allí. Sólo una cosa es segura, tan incontrovertible como la flecha del tiempo: si pueden leer, pueden trabajar sobre sí mismos y pueden mejorar y evolucionar. Si sólo esperan tus palabras, lamentablemente, están perdiendo el tiempo, y te lo hacen perder. Nadie trabaja en su propia evolución a menos que consiga aprender algo por sí mismo. Por tal motivo, es mejor que los estudiantes o aprendices puedan leer correctamente los materiales, pues entonces pueden entender de qué se tratan las actividades que ponen en juego a sus habilidades. Y nadie hace el menor esfuerzo en su propio desarrollo a menos que tenga deseos de mejorar, ni desea mejorar a menos que se entere de que tal cosa es posible y deseable, y que entienda cómo. En cualquier área, y en cualquier tema, siempre se trata de trabajar personalmente con el material. Leyendo, entendiendo, y aplicando. Ningún docente genial, ningún fascinante gurú, harán mejor el trabajo que el estudiante mismo. Sencillamente porque el trabajo personal es el que hace la diferencia, no el del docente complaciente ni del fascinante gurú. La única gente a la que se puede ayudar a mejorar es aquella gente que quiere por sí misma mejorar. Aquellos que tienen el deseo de mejorar, que tienen una necesidad de cambio. No podemos hacer nada por aquellas personas que no tienen una genuina necesidad de cambio, de mejorar, o por aquellas que están totalmente satisfechas en sus condiciones presentes. No asumirán el compromiso hasta que las cosas se hagan tan malas que una gota desborde su vaso. Siempre diríjelos a las fuentes. Tienen que leer y trabajar en ello. No les des datos. Mientras les das datos, se quedan en eso, esperando otra clase magistral. Si quieres ayudar a la gente, no les des datos. Ayúdales a entender que tienen un problema o una necesidad y que si no lo confrontan, eso va a empeorar. Deben captar que el conocimiento adecuado produce resultados adecuados únicamente con trabajo personal adecuado. Que lean acerca de ello es lo primero que pueden hacer. La tarea del capacitador debiera ser principalmente recordarles a los aprendices la responsabilidad por su propio aprendizaje. Sin hipocresías, ejerciendo una cortés inflexibilidad.
Patricio Jorge Vargas Gil

Pocos hispanos en la web académica

“Según la última medición de webometrics (encargada de medir la cantidad de artículos y la visibilidad de las universidades en el ciberespacio), las cosas no andan bien para el mundo académico español en la red. De hecho, el primer sitio de nuestro idioma recién aparece en el lugar 59 gracias a la Universidad Autónoma de México, detrás de una infinidad de universidades estadounidenses. La segunda de hispanoparlantes es la Complutense de Madrid, que se ubica en el puesto 173. Y nuestro país aporta lo suyo: la Universidad de Chile está en el cuarto lugar de América Latina (lo que corresponde ¡al 210 en el mundo!) y al Universidad Católica en el décimo lugar de la región (lo que corresponde al 505 del mundo). Otro estudio establece que de cada mil artículos científicos, solo 5 son en español. “Hay que pedir militancia al científico y al político; en esos campos se pasa por la pasmosa facilidad al ingles”, reclamaba el director del Instituto Cervantes.”

El Mercurio. (Cuerpo E) Artes y Letras, página E3. Domingo 20 de abril de 2008

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Recomiendo leer también la página E2 del mismo cuerpo.

Derecho y Criminología

Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología

Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BCN)

Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD)

Comunidad segura. Redes de ideas y prácticas en seguridad (humana y ciudadana)

Marketing y Relaciones Publicas

Marketing-xxi.com Libro Marketing

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Marketing para Internet

Juventud

Portal de Juventud para America Latina y el Caribe

Organizacion Iberoamericana de la Juventud

Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Revista JOVENes. Revista del Instituto Mexicano de la Juventud

Centro Latinoamericano sobre Juventud